martes, agosto 17, 2010

War Poetry

I
El reflejo de los lentes captura tu luz apagada.
Es una intensa sensación de persistencia perdida
los halos de luz que ya nadie ve, atrapados quedan
para una exposición de amarguras olvidadas.

Más allá de las estaciones. Inviernos de tu mente.
Otoños del corazón que fueron vaticinados en canciones
que hoy cantan los recién casados, se llama: Felicidad
Podra ser que tantas veces como nieve en este mundo
yo este condenado al recuerdo. Hasta quedar cubierto.
Mi mente es igual de frágil cuando sale el sol.
Hermosa en el aire. Perturbada en el suelo.


II
Como crecen en la mente las alegrías. Atadas por lazos de sonrisas.
Han crecido y hoy que sienten que es justo, se raptan.
Apartándose a lugares donde mis ojos no quieren ver.
No aun.
Las sonrisas ocultan gestos que opacan la alegría.

Vamos navegando con estos ritmos. Carecemos de rutinas.
sorpresa. No lo espero. Asi sucedió. Es lo que ha sido.
Momentos de pasión de un destino que confabula
solo para que nosotros lo forjemos.

Adios al frio del norte, los vientos vienen soplados
con el aire de culturas milenarias de pueblos perdidos.
Son luces que jamás se pensó que fueran iluminadas,
guias del suelo, que solo encienden, al sentir pasos.
Cadenciosos, gemelos.

III
El nombre que yo soñé, no se escribe como suena.
Cada vez que pienso en ti, los tonos se tornan más claros.
Alguien me habla con palabras que acaricie sin interpretar,
pienso en cuán difícil es emplearlas ahora que las entiendo.
Si. Es posible que estemos a la deriva y que no esperemos mucho.
Que cada uno de nosotros tenga una vela en las manos.
Es divertido, llegar sin pensar en cómo hacerlo.
Solo estira tus manos y recíbeme, como si estos días, no amanecieran
con tantos detalles de una guerra inventada en mi cerebro vegetativo.


Encontre la ciudad donde deje mis deseos en desuso.
Entregue las argollas para una nueva vida. Senti nostalgia.
Entendi la dimensión de la preocupación por la presunción de un caído.
Es sentirse orgulloso. Deberias creerlo. Si es que aun no lo haces.

viernes, mayo 28, 2010

En cambio, nada es igual

Recuerdas como existen muchas veces donde crees que mirar por el retrovisor es divertido?? Tal vez existan otros en los que tan solo se vean imágenes de un accidente imborrable. No importaba lo que fuera que estuviera capturado en ese cristal, de cualquier manera,

había quedado atrás.

Era común darnos el lujo de intentar filosofías sin peso y sin oriente, pensando que la humanidad elevada a santidad es un error propio de los hombres incautos que todo tienden a divinizarlo.

Y esperabas tus legados. Y juzgabas tus acciones en base a tu canon. Solo para rechazarlo por la conveniencia de que implicaba justificar tu humanidad.

Esta claro lo lejos que estoy de los excesos mentirosos que gustas satisfacer. Las letras no son un refugio en estos momentos. Por el contrario estoy muy cerca de las letanías, las abjuraciones y demás aberraciones imaginadas para expresar recelo y distancia.

Es cierto que las teclas son presionadas con mayor suavidad ahora. No es, de ninguna manera, una muestra de la decadencia o de un abandono. Es tan solo, que la pasión fluye diferente ahora. Igual la sinfonia de cada letra. La manera, ciertamente arrogante, en que todo se compone.

Las letras se articulan como siempre, es solo que, al igual que como ocurre cuando son vistas por primera vez, generan algún tipo de impresión que como efecto secundario provoca la emisión de ligeras y divertidas maldiciones, que poco peso tienen. Estamos, definitivamente muy cerca de deslizarnos a un abismo, pero no por accidente sino porque, esta claro, que no merecemos otra cosa. Lo que nos espera al final de la caída, no te lo digo, pero al menos rosas y espinas, chocolates y trufas acarameladas, no están en el ornato o el menú.

Estas pendiente del periódico de la juventud? Es extraño tener que recordar en cada titular como la débil mentalidad que un día atribuye a la más pura razón simplificada la justicia en cada acto, se ve tristemente doblegada, al cabo de un invierno. Ya esto son pasquines y amarillismos que justifican el cambio de oriente a occidente y que en estos días, el negro luzca tan blanco. Puede que lleguemos a madurar después de todo, pero, la manera en que lucimos como unos bocones, es completamente diferente.

Hay mejores maneras de cerrar los largos cuentos y las canciones extensas. Pienso muy a menudo en un paseo sobre la lluvia en que la alcantarilla termine por tragarnos. Es probable. Estaremos comiéndonos las uñas, descalzos y las medias tendrán algún tipo de marca que nos recuerda un lejano campamento en medio de la selva o de una abandonada población cerca de la ciudad.

Y el retrovisor tiene puntos muy ciegos de noche. Queremos mirar hacia atrás, pero convenientemente esta empañado. Acelera y prende las luces. Al menos eso, por esta vez.

sábado, mayo 01, 2010

Been walking in straight lines

Nunca he podido evitar la cara de impresión que suelo poner cuando me sorprendo. No puedo evitar estar admirado. Para eso tal vez, tendría que no mirarte. Y entonces llegaría, a través de todo cuanto respiro, tu aroma. No quiero nada más en ese momento. Solo cerrar los ojos y permitirme envolverme en este pasaje de melodías que embargan mi mente y me despojan de cualquier incomodidad. Es fácil soñar y escuchar el redoble de algo que te impacienta, te afana y quisieras apretar entre las manos cuanto antes.

Un amanecer ordinario.
Los rayos del sol te perseguían e iluminaban tu rostro. Un tremendo impacto se gestaba en tu sonrisa, en tus gestos. Y, si recuerdo como miras, me parece estar compartiendo algo que no tiene una razón medianamente plausible. ¿Qué hacer si es atractivo y emocionante?

No había medios virtuales ni llamadas tendenciosas. Los escasos rezagos de malas practicas acumuladas durante años, se convirtieron, sin saberlo, en un delirio, totalmente controvertible, insano y extraño, pero agradable. ¿Cómo ensanchas tu nariz? ¿Por qué me enseñas tantas palabras? Te burlas de lo ineficiente que he sido en mi proceso autista, porque a fin de cuentas, no lo he logrado. Y, sabiéndolo improbable, ¿un solo soplo, rompió más que los protocolos? ¿Cómo, como verificaste eso? ¿Cómo conocías eso? No puedo ser tan fácil de estudiar. Recuerdo haber estado convaleciente y mudo. No divulguemos nada. Mi retina es un chip. ¿Cómo iba a saber el significado de tus labios?

Imagina. He pasado por un coma transitorio y un encuentro con ancestros. Por castigos en campos de concentración, pero también he disfrutado de algunas ejecuciones primarias. He estado con la encarnación de la luna y uno que otro humano respetable. He pensado que no existe un lugar que nos pueda compartir. No es que el mundo sea grande, solo que la mente es caprichosa.
Viví con fiebre, viví acostado. Apresado y reducido. Las palabras apresadas, no por falta de letras sino de inspiración. Las sonrisas perdidas y la mirada plana. Las canciones enmudecieron y solo se repetía, la misma banda sonora de una historia contada a medias, con matices traumáticos y dramáticos, que con ocho grados menos de fiebre, probablemente poco me interesarían. No, no fue aquella píldora sicodélica ni los tragos antihistamínicos de ese coctel.


Te escuche en esta canción.
En tus pasos esta la percusión y en tu mirada los tonos altos de un grito que eleva el ritmo de mi respiración. Los acordes acompañan el matiz de tu voz y esa extraña fuerza de voluntad que te obedece y haces sobreponer. Esa extraña tentación de un ritmo que va adquiriendo fuerza, y no quieres dejar de escucharlo nunca. Hay una razón en ti. En tus letras. Porque no pude ser invisible cuando más lo quería. Todas, imagino caminándolas con las manos entrelazadas. Todo el arte de estas fotos y de una aventura totalmente impredecible. ¿Sera acaso, frente al sacrificio de mi hermano que entenderé todo cuanto se esconde en los teclados de este inicio?


Estaba dormido y con los pulmones drenados. La mente trabajaba en un informe que nunca llegaría. Ardiendo en peleas. Casado con chicas sedientas de héroes y sueños que deambulaban en busca del mejor pastor. Buscando ciervos, no corrales.

He tenido sueños que me revelan los títulos de escenas lejanas. Intuyo, que el destino juega de forma irónica cuando pretende decididamente fallar en su intento por evitar el choque de dos mundos. Supongo que todo esto es común para muchas personas. Para mí lo es, porque probablemente solo yo puedo ver un delirio en el que manadas de llamas devoran hojas blancas y rojas.


Un sábado, ardiendo en medio la tarde. Levantándome en las mañanas, con tus manos. Tengo muy buena retentiva. ¡Ey! esta es una letra que se cayó de alguno de mis escritos. No quiere ser reubicada nuevamente, puesto que es el inicio de un nuevo cuento que lleva titulos en rojos profundos y atardeceres con diferentes niveles de acceso. Tiene cerveza y dulces. También fuentes heladas en cornisas de las que no podemos caer.


No, no es un delirio similar al que estaba acosándome. Estamos bailando en una noche en que las estrellas se apagan porque no quieren incomodar. Los coros se alienan y los ocasos no llegaran hasta que lo permitamos.
No preguntes que fue de los kilómetros recorridos hasta acá. No te asustes por los desordenes que suelo cometer ni la dispersión de mis ideas. Esta es una sesión metafísica. Tómalo y diviértete. No paras nunca de hacerlo y no parara jamás mi autocomplacencia. Mucho menos ahora. Este estado, que parece arrogante, lo matizamos con nuestros gestos.


Cada letra escrita, me es devuelta con cinco palabras. No acabo de leerte y eso me emociona. Tanto tiempo por esto de manera desesperada. No puedo decir otra cosa …Lately I´m a desperate believer….been walking in straight lines

jueves, abril 22, 2010

Straight Lines (Lower The Fever)

Es imposible contar las longitud de las ideas de una historia que comienza marcada por un accidente, por las circunstancias. Tal vez, sea mas difícil descifrarlas que medirlas, porque, siendo una medida de algo impredecible, se hace mas difícil usar los codex para entenderla, que tender las hojas para sumar sus giros impredecibles, las miradas y las extensiones, altas o bajas, que permiten este tipo de cosa.

Al inicio de este, eran 225567 renglones que componen 52300 parrafos, en los cuales, últimamente escaseaban los signos de admiración. Tampoco abundaban los interrogantes y la cadencia de las comas se extendía, haciendo inevitable pedir un punto.

Algunas veces, en las notas de pies de pagina, se podían leer los comentarios anónimos de personas que de algún modo accedieron a ver este tipo de escritos. Pasaban de un lado a otro, arrojando ideas que eran consignadas de inmediato en la memoria de quien los racionaliza.

La ultima crónica era una apología al miedo a saltar a un vacio donde no hay gravedad. Todo flota y el aburrimiento de lo hetereo es casi tan desagradable como una estar condenado a un coma conciente con el cuerpo paralitico. Y es que, usualmente los accidentes dejan esas secuelas.

Breve cronología. No había posibilidad alguna. Los días estaban particularmente marcados por la rutinaria agonia de la respiración entrecortada, innumebles golpes al teclado y la misma fiebre veraniega que se resiste a dejar de venir, puntualmente, todos los años, a mediados de marzo. Es curioso, que también, todo estuviera sincronizado con sucesos de eventos que ocurrieron hace mucho tiempo y que generalmente nos recuerdan lo deficientes que somos como humanos. Nos dan esperanza porque dicen que alguien, en su condición de homo sapiens, logro comportarse y actuar para que no pareciéramos ofertazos de paletas de carne con el incomodo defecto de hablar. El sol caia, la temperatura descendia, la fiebre cedia.

Pensaba tercamente que no hablar, era una señal evidente de la falta de expresión. Contrario a esto, de manera imprevista me di cuenta que lo que debía hacer, era callar y no hablar, para no arruinar la comunicación de las expresiones.

Nunca fui bueno con los tiempos, pero creo que el habla se me fue finalmente siendo las 11:45 de la noche. Ya había apurado dos tragos de ese jarabe regular y al parecer, esta noche el termómetro no terminaría tragado por mi laringe. Me cuidaban dos personajes. Uno de ellos, tenía el típico aire de gordo traficante de drogas que huye a los Estados Unidos. El otro, con seguridad era un ex futbolista de equipos venidos a menos, en un torneo de barrio que se hace llamar, contra toda creencia, profesional.

Tal vez me cuidaban es una expresión pretenciosa, mas bien me acompañaban. Y lo hicieron hasta que el cristal se rompió. Una mano agitaba una botella, una sonrisa deshacía el cristal del panorámico. No había cinturón de seguridad, y como si no hubiera aprendido la lección, por un momento, todo estuvo de cabeza nuevamente. No recuerdo el golpe. Señal de que no he despertado o que lo hice antes de aterrizar. No atine a hacer otra cosa que lanzar un grito. En medio de los cristales solo me preocupaba compartir un Jack Daniels.

Afortunadamente no había Bourbon. Todo tuvo que hacerse con amargo de angostura, jarabe de goma, jugo de limón y ese extraño licor destilado de la uva.
La radio nunca dejo de sonar. Recuerdo que el final de “fire it up” y el inicio de “Bones”. En ese momento me pareció que Tom Smith, estaba equivocado con aquello de que siempre, llegaras tarde
.

El golpe no fue suave. El destino, dirían, tienen la mano pesada, una sonrisa enorme, ojos claros y cabellos ondulados. Es una pesadilla de un cuento cíclico. Mis manos tienen cortes y algunos vidrios clavados. Mi sonrisa esta hinchada. Los ojos siguen claros y mi permanente se perdió hace mucho.

37.5°. Ya por poco. Amanecí al revés y aunque el tendido parecía de hospital, era mi cama. O bueno, eso donde intento vencer el insomnio noche tras noche. Antes, era para poder descansar. Ahora quiero repetir este accidente. Se siente bien recordarlo entre las 3:00 AM y las 5:30 AM.

miércoles, abril 21, 2010

Straight Lines (Wake me up)


Una bufanda a cuadros que yace sobre un cuerpo somnoliento. Roza con la muerte. Su estado de conciencia es nulo y la ironia pretende, que esta prenda sea negra, como si fuera presagio de algún tipo de duelo. Se desprende bordeando un rostro blanco y perfilado. Cubriendo su cuello, estirado y estilizado. Descolgandose a lo largo de su pecho, agitado y agotado.

Los matices de esta noche recuerdan la entrada a un sitio en donde nunca has estado. El viaje a sitios que aun no conoces y la incertidumbre de un pregunta cuya respuesta sabes pero que ignoras por completo, si es que será respondida en la manera en que esperas.
Acaso un gesto o un guiño en el ojo. Probablemente la mano que se desliza suavemente y una pequeña sonrisa ahogada entre el suspiro y la vergüenza. Eso no debe ser. No se permite.

Gotas de sudor resbalan por el rostro. Matiza el brillo de su color de piel. Deambulan vagabundas por los caminos que marcan los canales de su frente, excepto por alguna que se escapa y llega a la comisura de sus labios. Reseca la piel, absorbe el calor. Recuerda tantas noches en que esos labios fueron raptados y llevados al limite. Se separan lentamente para, permitir el paso de aire. Pasa bruscamente. Se escuchan los sonidos de las barreras que le impiden pasar. Ahogan. Apresura la respiración buscando ventilar. El aire es escaso, la oxigenación desciende. Es la rutina de todas las noches.

Mientras me ahogo, alcanzo a leer las historias de la vida. De la que he escrito y la que he imaginado. No se cual es la real porque todas empieza con Dios pero las firman diferentes personas, curiosamente, comparten iniciales. Las letras de del teclado se marcan continuamente y escriben párrafos de unas hazañas que no son posibles. Torturas que no pienso cometer y adicciones que aborreceré, todo por ser humano y no el oso de la página 35 del libro dorado.

Antes de la sofocación crei escuchar las baladas de un grupo de cuerda que golpeaba sus instrumentos contra el piso. Era una música preciosa que se articulaba en los bemoles de las astillas que rebotaban contra los vidrios. No eran mariachis pero tenían increíbles sombreros. Sus sotanas largas los habrían hecho parecer frailes y la tremenda delgadez de sus rostros, harian pensar en lo peor. Pero su balada era la percusión de un teclado que marcaba las hojas, no por números, sino por capítulos de una historia que, a veces, se torna cíclica. Termina y empieza con mi mano levantada. Saludaba al Fuhrer. Pedia fuera de lugar en la final del 70. Me la jugaba como paciente en prueba para esa prueba en el espacio, o simplemente, la agitaba indcando el adiós, a la nube en que nos perdíamos. De cualquier manera, levantaba la mano, incluso para usar el control del televisor, de esos extraños cuartos que lo tienen anclado a la pared.

domingo, abril 04, 2010

No es Real.

No es real. Las alas del avión tiemblan manera espantosa y las turbinas están por colapsar. Aun recuerdo cuando parafraseásemos “tráeme la noche”, el ritmo nos consumía y los besos que parecían inagotables en ese momento, afanaban un reloj manipulado, que corría endemoniado para romper nuestro idilio.

Un amor de cinco segundos. ¿Aun creo en el amor a primera vista? ¡No! ¡es una pregunta estúpida! No podría confiar en nadie que tenga la desfachatez de enamorarse de una persona como yo. No existe la estabilidad de mis sentimientos ni de mis emociones. No creo en la hidalguía ni en las palabras a medias. No creo ser capaz de sostener esto, porque el ciclón que mueve mi corazón y mi mente, no pierde fuerza por tu sonrisita y tu rostro angelical. Si crees que me entiendes, mi desconfianza es mayor, porque yo no lo hago y si eres sicóloga, mejor no pierdas tu tiempo. No busco análisis de ninguna índole. Todo cuanto quiero es escribir en el aire. Un paracaídas luego de esta tremenda catástrofe. Las piezas caen a mi lado pero nunca, ni siquiera por una eventual causalidad pienso que me van a lastimar.

Esta estructura se mueve demasiado. Hay una falla con curvas delirantes y un zorro en la ventana del avión. Prefiero bajar la persiana. No me cabe en la cabeza que esté tomando un Martini a esta altura. No puedo dejar de pensar en el frio que debe estar haciendo afuera. Espero verlo bailar en el ala.
Una loción me recuerda a ti. No es “Invincible” la mejor banda sonora para esta película. El cielo esta blanco. Es una nube gigantesca la que atravesamos. ¿A dónde nos lleva? Dudo mucho, que este vuelo tenga aeropuerto. Este avión, debe volar hasta que se quede sin combustible.

Tu vida digital. Arrastrare tus ojos y deformare tu no bella sonrisa. ¿A dónde vas con ese niño y esos grandes lentes? ¿Porque el cabello crespo si todos los amantes son un imaginario de una vida libidinosa incapaz de llevar? Es una locura pensar en pasar ochenta años de esta manera. Viviendo juntos. Solo nos espera una pantalla en negro. Un gran marco para un vacio infinito, que es explicado por la metafísica. Se llama, idiotez.

Desarma mis palabras. No encontraras el nombre. El baño esta ocupado y lo que se creía imposible de mecer, esta nuevamente agrietándose a ochocientos kilómetros por hora. El escudo de armas se cayó. Que venga el FBI. Sacude las manos, levántalas y grita..SI!

Esquizofrenia. Empujémonos, rasguémonos la cara y tiremos las lámparas por el cuarto, rompamos los vidrios y cortémonos un poco. Calma. Respiremos un poco. A volar los cuadros y las fotos con sus filos cortantes de donde podre obtener algo. Saltamos como poseídos y hacemos un baile, de algún ritual, girando en círculos a un fuego encendido por nuestra propia terquedad.

Uno.
Dos. Tres.

Los abrazos y las marcas. Imprime la rabia en mi espalda que yo no tengo un tatuaje tan personal y no esperaba tenerlo. Vamos. Fin.

Santiago es una ciudad hermosa. Buenos Aires. Bogotá. ¿A dónde ves ese remoto lugar en mi mente? Un as bajo la manga. Estoy de corbata y demasiado bien peinado para mi estilo. Miro de reojo todo lo que me tiene sin cuidado y prefiero evitar lo que me interesa. Soy un desposeído por un error de interpretación. Enajeno mi mente, por escuchar promesas de sitios que no existen en este mundo. Eso no quiere decir, que no existan. Lo sé. Es desconcertante saber esta verdad.

viernes, marzo 12, 2010

Sueños. Revelaciones y Otros Irreales.// Frag.

El calor de esta ciudad, puede rozar a veces con lo mas parecido a tener que pagar todos esos pequeños pecados que se cometen día a día. La transpiración se siente por el cuerpo, a todo nivel, incluso en sitios donde comúnmente, las personas de las ciudades de clima frio no hacen más que cubrir y calentar. Los poros están dilatados. El dia de hoy no existe una sola nube en el cielo. El ruido es hostigante. Motos, muchas motos hacen que una ciudad en sudamerica parezca una pequeña Shangai, perdida al lado de este gran rio. Se suma el aire acondicionado, en mal estado. Seguramente en otra época fue bueno. La vieja placa de su marca lo delata. Francesa tal vez.

El ruido se vuelve una constante. Afortunadamente el sonido esperado se escucha por los parlantes de la computadora. Es increíble detenerse a pensar que todos los días consumados a cualquier tipo de relación, ahora son reducidos a una extraña suerte de bendición tecnológica, impensable, hace apenas unos años. Impensable, cuando forje la amistad de mis amigos. Cuando las conocí. Mucho antes de abocarme en esta demencia aeronáutica, botánica y eléctrica.

- Hola hermanito. Donde esta?

- Bien.

- Que donde esta?.- Parecía por su voz, que esta vez tenia afán de salir de los rodeos comunes del inicio de toda conversación.

- Estoy en la mierda. Quiere que le lleve un poco de carne de lagarto? O de pronto el señor prefiere que le lleve una daga? Me han dicho que últimamente ha estado de cacería.

- De dónde saca eso?. Usted sabe de qué le voy a hablar hoy??

Por supuesto que lo sabía. La cabeza de una persona, que conoces de hace mucho tiempo, no es algo que te sorprenda dos veces seguidas, y esta vez, ya estaba advertido.

Hace años que no encontraba confianza en las personas. No la suficiente como para querer ser transparente con alguien, que al igual que uno, se puede jactar de ser tremendamente defectuoso y lo suficientemente obtuso como para pasar por encima de tan evidentes y rudos detalles.

Su acento lo ha caracterizado toda la vida. Su manera de ver la vida, lo ha resaltado desde que lo conozco. Tal vez no nos hubiéramos hechos amigos, si no es por esa incansable persecución de una bohemia que es difícil de explicar. No se trataba de ser un errante desecho de los años sesenta en los bares del centro de Bogota, ni mucho menos convertirse en un poeta borracho con éxito mediatico suficiente como para pensar, que la razón de la vida, es una veda secreta que nos ha sido otorgada solo a nosotros. La razón probablemente se diluye entre una inexplicable adicción al Padrino (el Cóctel, no la película) y al aguardiente Blanco del Valle. Si eso se pudiera destilar, probablemente, la palabra confianza, se encontraría como un producto exclusivo de esta relación.

- Esperaba que no pasara. No ahora. Usted sabe lo que eso es.

- Marica, si uno se siente a gusto, ¿por qué negarse las cosas que estamos intentando obtener en un momento de la vida, que nunca definimos con fecha y lugar y que, cuando lo hacemos, nos preguntamos ¿es la hora adecuada?

- - Pretende que le responda? Estoy mirando hacia atrás y usted no deja de soñar con el futuro. Demasiada poesía. No le escuchaba eso desde…nunca. Esta francamente llevado.

- Necesito que este en Noviembre.

- Como? En noviembre? Esta loco. Que pasa en Noviembre?

- Me caso!

- No puedo enviudarme en Noviembre!

Exclamamos en voz alta, como si quisiéramos pelearnos, pero la verdad, solo queríamos elevar la voz para no entender la necesidad del otro.

- Usted y su cuento. No diga eso hermano! No esta viudo ni nada de eso.

Para él, no era la primera vez que escuchaba aquella afirmación. Como mi confesor de muchos años, sabia lo mucho que odiaba y evitaba los temas de muerte y cosas por el estilo. Entendía perfectamente que ahora, en una de estas pataletas idiomáticas, intentaba caracterizar los inquietudes a través de una palabra que no comprendía. La viudez o el matrimonio. Dos conceptos que si bien no son opuestos, dependen el uno del otro.

- ¿Porque me dice de esta manera? ¿Porque en este momento? La voz parecía temblar, porque en el fondo sabia que este reclamo era una pataleta sin fundamento. Un motivo más de envidia.

- ¿No le parece que nos estamos anticipando bastante a decirle?

Su respuesta no dejaba duda. Era importante que yo estuviera al tanto de sus cosas, así como en tantas otras ocasiones. Sin embargo esta vez fue enfático. Ya no hablaba mas en términos impersonales, ahora todo era la familia y el conjunto. La unión, el lazo, el vínculo.

Evite hacer sonidos despectivos. Mi desacuerdo se quedaría guardado hasta que pudiera justificarlo. Sabía con exactitud que eso nunca sería posible. Mientras todos mis pensamientos se ordenaban, un gran silencio lleno la conversación. Debió ser mucho porque la interrupción fue contundente. Su estilo, inmodificado a través de los años, lo hizo revelar su verdadera preocupación. Tal vez su única preocupación:

- ¿Como sigue usted? ¿Me va a contar lo que me iba a decir la vez pasada?

La vez pasada, era un momento hace dos semanas que se ha vuelto repetitivo día tras día, pero que para los demás, podría parecer un cuadro que difícilmente se queda en la retina con el pasar del tiempo. Recuerdo su último vestido. Era un jardinero amarillo, adornado por una gruesa correa de hebilla oscura en el cierre. No podría decir que si era de cuero o que material, pero con toda seguridad, recuerdo que combinaba con sus aretes y su collar. Este último reposaba delicadamente, de manera que aumentaba aun más el poder de atracción de su escote.
Tenia el cabello de medio lado como siempre lo hacía. Sus zapatos planos, la sostenían justo en frente de mí. - Y pensar que cuando digo, la sostenían, es una palabra que significa más bien, que estaba próxima a derrumbarse. Una lágrima empezó a deslizarse sobre su mejilla.
Pienso mucho en la inmensa sensación de vacío que me embargo en ese momento. Es probable, que sea más fácil recordar la última vez que limpie una lagrima de su rostro, que precisar la última palabra que le escuche mientras me abrazaba.

Y cada vez que pienso en lo que quiero recordar, me limito a pensar en la manera de descifrar que era lo que cargábamos cada uno en nuestras maletas.
Recuerdo su mirada. Casi parecía sincera. ¿Qué digo? Era sincera!. El sino tortuoso de muchos kilómetros embargaba nuestras vidas. Todo lo que estaba pasando era impensable hace tres años.
Tan impensable como hablar ahora por este computador. Desde esta lejanía. Con esta mezcla de sensaciones potenciadas por extrañas hierbas de un impronunciable aderezo.

- ¿Como le dijera? No estoy acostumbrado a este tipo de situaciones. Usted bien sabe que no me gustan, que no las tolero. ¿Qué más se puede esperar, sino que este un tanto lento y falto de reacción?

- Váyase detrás de ella!!- Su argumento, proviniendo de él, era más que temerario. Nunca le había escuchado decirme eso.

- ¿Es un paseíto completo, no le parece?

- Seguramente. Y una tortura si mira las condiciones, pero probablemente para cuando llegue este inmunizado. Aunque tratándose de una masoquista como usted, es difícil pensar que una medida es definitiva.

- No me diga! Vivo del dolor, tanto ajeno como propio! - Este tipo de conversaciones hacían interesante divagar cotidianidades obvias y faltas de contenido.

- Estoy casi seguro, que del dolor ajeno. Marica, se acuerda de Ángela?

- Si. Seguro. No me interesa, por si acaso me va a contar algo “interesante”.

- Me la comí de despedida de soltero, para este mes!

- Que mala selección. Mucho más corrientazo que lo ordenado en Agosto. Ole, ¿Sudo como siempre?

- Le ha mermado.

Una tremenda risa compartida nos contagia durante largo rato mientras dominábamos el comentario. La charla transcurrió por más de veinte minutos y en cada uno de ellos, se podía extraer por completo, sesenta segundos de alegría y tranquilidad.

No era extraño, una vez acabara la conversación, que hubiéramos abordado infinidad de temas, sin que propiamente, fuéramos concluyentes en alguno. Probablemente, era con este tipo de charlas con las cuales más agradecía el noble gesto que tuvo la naturaleza conmigo, para permitirme hablar por horas.

En el cuarto, en las paredes, resuenan las últimas palabras de despedida. Suenan los Rodríguez y la voz de Calamaro. A los ojos. “sin decir una palabra. Casi sin decirnos nada. Sin mirarnos a los ojos…………………y me dice la gente…….”.

Al colgar, el calor se hace evidente de inmediato. El ruido, la distancia, las motos. La humedad escurre por los vidrios. La nevera esta vacía. Enciendo el televisor. Los mismos canales de siempre. No, momento. El canal diecisiete es Venus. Hay un negro gigantesco fornicando con una asiática diminuta. Me pregunto qué tan fingida será la cara de esta y cuanto más estará rasgando sus ojos. Este canal me trae buenos recuerdos, pero no es el momento adecuado.
La nevera esta vacía. Es más, esta desconectada. La hospitalidad de este sitio, ha mermado considerablemente. Bueno, es una mentira. Siempre ha sido así. Más bien la hospitalidad que me brindo a mi mismo ha decrecido. Un falta de precisión en la elección. Calor. Me saco la ropa para estar cómodo. Justo cuando me estoy sacando la camisa un papelito sale de esta. Es una factura. Me recuerda la hora y el menú de la última comida. De nuestra última comida. Podría ser una ironía, que haya sido en Starbucks.

El mundo se cierra en ese instante. Sé que va a ser una sensación recurrente durante varios días. Tal vez unos cuatrocientos noventa y seis, tomando como referencia el ultimo precedente.

Es difícil explicar la tremenda sensación de vacío. Imagino que es la manera en que las personas se podrán sentir una vez tengan corazones, riñones y otros órganos biomecánicos. Funcionan ahí, sin hacerse sentir, para bien o para mal. Te mantienen vivo, en lo más parecido a un estado de coma consentido, sin ningún tipo de sedación. Y ni siquiera tiene un botón de OFF. No es algo metafísico, ni filosófico. A estas alturas y con la construcción mental que me toco, sería ilógico pensar en que cada estado de estos, es una oportunidad para revelar y redescubrir lo liviano de nuestra personalidad.
Pero por un momento, ya sea a trece mil pies de altura, en una maquina de millones de piezas que pueden fallar. O en un moto taxi, donde las millones de neuronas destrozadas del conductor pueden conducir a una idiotez en tres ruedas, es ese momento, donde la conciencia se revela y el automatismo acciona. El pensamiento más claro, es que todo está a la deriva. Como si se descubriera el secreto del porque no somos inmortales, o porque ni siquiera llegamos a los cien años. La vida es muy larga en esos momentos como para pensar en llegar a tener tantos pesares encima, y sumarle la tortura de ser obligado a apagar las cien velas de un ponqué, soplando con el pulmón mecánico o en su defecto con la manguera del tanque de oxigeno. Sería un gran error por cierto.

Los días son largos. Las noches no mucho.

Un extraño insomnio ha empezado a acosarme desde hace algunas semanas. Las nueve de la noche. Los aviones, ejecutan. El destino, no es otra cosa que todo eso que uno decide hacer.

domingo, marzo 07, 2010

Domingo Con Lessing // Fragmento "Sueños. Revelaciones y otros Irreales""

No se si sentirme apoyado o atrapado y dominado ante la realidad, casi onírica, de estas capturas de luz que han sido plasmadas y que el vasto accidente que llaman voluntad, permitió que llegaran a mis ojos. Esta claro, el tema del abandono galopa de manera armoniosa, en cada uno de los sentidos que trasiegan en medio de estos dias de kilometros aunados y banderas de blanco y rojo que ondean en el sur anunciando los aires del norte.

¿A donde están las cinco letras de un alfabeto perdido en una extraña época donde la razón justificaba lo divino?. Pareciera una crueldad, que esto haga perder la cordura solo para casos muy especiales, porque, al menos bajo un concepto realista de una mente equilibrada entre el fanatismo y el total desinterés por todo lo que sobrepase la bendita observación humana, no se encuentra gracia alguna en alegar el retrato de la ultima cena mientras las venas revientan con una extraña mezcla de Jack Daniels y un trago barato de alguna republica no tan barata, del oriente asiático. Eso podría parecer, sin lugar a dudas, mas sacrílego que arrullar la impaciencia con cuentos sin final, giros dramáticos y claro, rezagos de eso que llamarían, premeditación. Aunque destino suena mas trascendente.

En esta temporada se ven los largos escotes y la cortas faldas no importa si lo que abunda es un espantoso indice de radiación UV o si por el contrario, las ironías de la vida se alimentan de fríos polares de manera que es mejor lucir desprendido de todo. Incluso de la moral. En cuanto a esto ultimo, es mas bien curioso que se mezclen, siquiera por broma, la relación entre moral y pertenencia, si estamos hablando de la misma personalidad, megalomana y cretina, que pretende seguir escondiendo el sol cegándose de por vida. Sin embargo, los cambios en la vida no se sustentan con un acta de reunión o tal vez con un poco de registro fotográfico, de esos que se ponen en la mesa y que a primera instancia y de dientes para afuera, suena a algo como: -Que gorda estaba. Que cachetona. Que flaco. Que acabado. Que buen tipo. Que lindos solos, que pésima pareja. Si el pensamiento vagabundo que sale a flote en esos momentos se capturara, seria fácilmente censurable. Que Marica, por decir lo menos y ajustarme al lenguaje común.

Tengo muchos libros, con mis letras. Me basta con poderme interpretar. Afortunadamente, la magia de las palabras, es para lograr algun estado de embriaguez, casi tan eficiente como el multietnico cóctel pasado, de fermentacion de la papa y la destilacion de la uva.

_____________________________________________________________________________________//_____Sueños, revelaciones y otros irreales.

- Recuerdas esa vieja cama? Las sabanas nunca están tendidas y las almohadas están llenas de cabellos. Es curioso encontrar, algunos rizos castaños. Son tinturados, no hay duda. Pero el estilo ondulado no es algo que se mande a fabricar, no para estas ocasiones. Eso es real.
A medida que subía el desconcierto, ese dedo post fracturado parecía crujir nuevamente, solo que esta vez, disimulaba sus quebrantos doblegándose en la palma de la mano. No se -Respondiste-. Traperos de esos se encuentran fácilmente por la calle.
- Es muy posible. Me intriga el hecho de pensar que tu cabello es liso y nunca tendrá un matiz tan dramático para un evento social como el de hoy. Ya es tarde. Piensas demorarte mucho para estar lista? -No-. O tal vez si. De pronto no quiero ir por allá.
-Básicamente te entiendo. Ese ir, puede fácilmente convertirse en un huir. Cada vez me parece menos gracioso esa actitud.
- Por que lo dices? Sabes que es una reacción que no controlo.
Antes de responder, pensé en las muchas cosas que no controlaba. Entre esas, el insaciable capricho por descubrir la verdad con tan solo una mueca, que revelaba la inmediatez de afanarse por buscar estar en un mundo inexplorado, en el que le tomara un poco mas de tiempo estar cansada de todo. - Es como un poco de síndrome estocolmo. Creo que eso es.

-Sindrome que?. Esa es la banda de tus amigos ñoños. Es raro que no estén tomando cerveza, jugando Uno y diciendo cosas que las personas del común, definitivamente no entendemos.
- O tal vez, tu no eres del común y por eso no lo entiendes.
- Estocolmo es la Capital de Suecia, me decías?
- Siempre terminas huyendo!. La rápida manera en que recordó la capital de Suecia me hizo pensar que de todas maneras, había algo de lo que podría ser atrayente que aun generaba efecto en mi. - Sin embargo, si el captor no va detrás de ti, es casi peor que si nunca te hubieran "secuestrado".

Ya eran las 11. Tal vez no valía la pena ir. Tenia la visión de que esto terminaría, con un poco de suerte, en un castillo de época a las afueras de la ciudad, prendado de éxtasis y hablando en mis nuevos idiomas. - Sales o te quedas??
- Si quisiera huir ya me hubiera ido. Es mas como un hotel de cinco estrellas que a veces tiene comportamientos de motel barato. Hay que educar a los mosos. Hay que educarte. - Esa reminiscencia, mas que un alegato con infulas de complacencia, era mas bien una radiografia de muchas cosas que tomaba a diario y que ya mas bien parecian una receta, una prescripcion de quien sabe que rezandero: Delirio de estilo, desprecio por los benditos moteles y ese extraño afan por educarme. Como íbamos a saber que, definitivamente, esto era una materia perdida.

- Ya acabe, pero porque mencionas el cabello? Sabes que mi vida ha sido demasiado accidentada como para tolerar el llevar crespos en el cabello.
- Me acabas de decir moso mal educado. Al menos esperaba ser el recepcionista.
- Te recuerda alguna de tus golfas. Que se cuiden. -No dude en responder entre la alteración y la burla: Y acaso tu recuerdas la vida como mucama?
- Yo se a que te refieres con lo del cabello!.
Dejó por completo lo que estaba haciendo. Hasta ese momento veía la expresión de su rostro por el reflejo del espejo que adornaba el tocador blanco, lleno de calcomanias de infancia, la cuales definitivamente era mejor dejar ahí. Para la posteridad. Por el bien del mueble. Giro su cuerpo, no con delicadeza ni con mucho cuidado, teniendo en cuenta los cuarenta y cinco minutos que llevaba en esa posición y luego de alabarse por logros de belleza, totalmente imperceptibles para mi. - Mejor no sigas. Tienes pasada la hora de tomar tu ritalina.
Ese detalle era cierto en parte, pues no era ritalina o cualquiera de esas pendejadas. Es tan simplemente un coctel de paracetamol y mucha agua.

- Huyendo de nuevo??
- Cuantas mas sandeces debo escuchar? Estocolmo, moteles y todo el poco agradable ambiente de tu afan por irte.
- Lo acepto, el cabello me hizo pensar que tal vez, me gustas mas desde que estas separada. Desde que estoy viudo.
- Tu no estas viudo, no seas idiota. Eso es tan solo un cambio de ambiente.
- Tu no estas separada. Tampoco lo niegas.
- Llamar esto, tiempos, me parece de adolescentes.
- Supongo que luego de tus gritos de esta tarde y con el animo de sonar maduro a tus oidos, sera mejor llamarlo pausas activas.
Una gran carcajada inundo la habitación. Su risa ademas de sincera, me encantaba porque era la clave para entender que esta pequeña batalla era mía y que todo estaba listo. El reloj parecía haber andado demasiado rápido. 11:30 PM. Un beso no esperado me devolvió a la noche. No era necesario pensar mas en la tremenda evidencia, que estaba sobre la almohada.

Era tiempo de irnos. Salimos caminando. Sus altísimos tacones casi la hacían igualar mi estatura. Sonreía y miraba hacia adelante con ese encanto particular de las niñas convencidas de tener el mundo oprimido por sus tacones y dominado con su escote. Aunque mundano y poco regular, noches como esa, yo, cretino e hipócrita como cuando niego mis costosas adicciones, le hacia creer que me dominaba.

Negar es fácil. Creer que lo lográbamos siempre había sido para ella como usar tacones y pensar que esa era su estatura real.
Claro que sabia su nombre. Pero como en cualquier pausa, los silencios son desagradables y por lo general, se ven interrumpidos por un pequeño estirón de músculos.
¿Que diferencia tiene esto?

Eran las 11:45 PM. Todos los porteros del edificio saludan a Mariana con una gran sonrisa, que sin duda era respondida por una hermosa sonrisa. Por su hermosa sonrisa. El ascensor y los pasillos eran dispuestos para que nada se interpusiera en su camino al apartamento. Si no rozara con el atrevimiento, le abrirían la puerta. Como esto no es posible, dejan los paquetes en el suelo y se despiden, casi de manera reverencial.
Un paso adentro es suficiente para percibir el olor de mi perfume. Nunca le ha gustado esa fragancia. Se inclina mas por los aromas de Calvin Klein que por los restos de mi Dolce & Gabanna. Ella sabe muy bien que eso me tiene sin cuidado. Si fuera necesario, me echaría agua de rosas Murray, con tal que no me este repitiendo lo mismo.

Observa la sala. Todo es un desorden. Tal como siempre lo dejo. Igual que siempre. Se imagina mis enormes líos con la cocina y presume que el baño debe estar aun peor. Para su sorpresa solo encuentra un secador fuera de sitio y las toallas por el piso. Se retira los aretes del tocador y los guarda, justo en el cofre que dejo cerrado esta mañana y que ahora encuentra abierto y desordenado. Afortunadamente se percata que las mancornas no están. Tuve que haber sido yo sin duda.
No se esmera en desvestirse. No aun. Se recuesta en la cama y su hermosa cabellera rubia, ondulada y radiante, hace que la almohada se pierda. El imperceptible olor a whisky regado sobre la cama, hace que sus sospechas se confirmen. Justo al lado, el cajón de lo prohibido que es mi mesa de noche, revela que la botella ha sido abierta. Sabe con seguridad, que esta sera una noche larga. Yo llegara de estar con los amigos, totalmente inconsciente y pidiendo que me abrase como solo ella lo hace.

La calle es fría. Justo ahora me incomoda ir con alguien casi tan alto como yo. No quiero pensar mas en Mariana y no quisiera estar mas con esta otra. Miro su escote y me acuerdo que una noche mas, no cambiara el mundo. Solo hará que lo recuerde tal como es. Algún día los confundiré...........