martes, marzo 07, 2006

Ficcion ajena. Cruel realidad

El mediodía pasaba y la luz se entraba por las ventanas iluminando el corredor y la entrada con un hermoso azul celeste producto del reflejo en vidrios y paredes.
Un avión surcaba los muebles. Evadía con pericia las sillas de estar y las poltronas. Zigzagueaba con agilidad por entre las lámparas y parecía perderse entre las grandes y verdes llanuras ondulantes que simulaban las pesadas cortinas que cubrían el ventanal de la sala. Pronto aquel avión había surcado toda la casa. Era evidente que su piloto tenía una muñeca muy hábil, denotaba gran destreza y versatilidad.
Al final del recorrido, realizo un espectacular aterrizaje en la mesa del comedor. Los motores pararon. El hábil capitán de aeronave descendió y dejo su maquina a un lado. Tendría unos siete años. Su pelo era oscuro y sus ojos azules. Cargaba una sonrisa impresionante, de esas que son a prueba de todo. En sus codos y rodillas se notaban los rastros de travesuras y exigencias infantiles, signos innegables de una infancia bien vivida. Un niño que de piloto paso a ser vaquero y luego astronauta.

En medio de los juegos advirtió que su mama se alistaba a salir. Corriendo como desesperado la alcanzo y le pregunto si la podía acompañar, a lo que obtuvo una respuesta afirmativa de su mama, quien además le encimo un beso y un abrazo.

Se alistaron para salir y aseguraron bien la puerta. Caminaron el jardín que rodea la casa y cerraron la portezuela que da a la calle. En ese momento la madre sostuvo entre nervios y desconcierto la mano de hijo. La sostuvo fuertemente. Fue un momento de incertidumbre e injusticia. Se escuchaban ruidos alrededor. Fuertes sonidos, como si fueran disparos, retumbaban en el ambiente.

Cerca de donde estaban, un individuo paso corriendo y en medio de su carrera se alcanzo a escuchar:
“Viva Bolívar y la revolución, somos el ejercito del pueblo, la guerrilla y las armas, la solución de nuestros problemas”. Y así, mientras seguía corriendo, realizo un disparo al aire que provoco de inmediato que la balacera se intensificara.

Asustada, la madre tomo a su hijo por la cabeza y quiso devolverse. Era tarde. Un grueso hilo de sangre salía del pecho del niño. Sus ojos estaban muy abiertos pero su mirada se hallaba congelada. La boca estática igual que su respiración. Poco había que hacer. Una bala perdida de la jodida revolución había alcanzado su cuerpo, perforando un pulmón y el corazón. Todo había pasado tan rápido que apenas si se pudo escuchar algún quejido. Su pequeño cuerpo cayó al suelo desangrándose. Al lado cayo su madre, quien horrorizada y en shock, se desmayo para talvez nunca salir de ese estado.

Así cae otro enemigo de la revolución. Y es un niño y a los narcoguerillos no les importa. Puede ser adolescente o viejo, niño o niña. ¿Qué mas da? Si la revolución “exige sacrificios”.

Y lo peor de esta historia, es que la ficción se lleva toda la alegría y los sueños de juegos infantiles, mientras que la realidad nos deja balas perdidas y niños muertos por causa de un asunto que nosotros no pedimos, no queremos y no nos interesa, por peleas de hace mas de medio siglo, que ni nos inventamos ni somos culpables, ambiciones por las cuales no tenemos que pelear y mucho menos morir.

3 comentarios:

vylia dijo...

Que historia tan profunda, el mensaje es muy transparente. Es triste pensar que ésta es la situación de muchas personas, que hay tantas víctimas de esta guerra absurda. Tanto tú como yo sabemos que Colombia está llena de gente con ganas, de gente fuerte y lamentablemente, aquellos que nos atacan generan un daño terrible. Irreversible. Me gustaría mucho que esto llegara a muchos, en ocasiones me siento tan impotente ante situaciones como esta... en fin, tremendo texto. Un abrazo.

Anónimo dijo...

hello...
pues debo decir que me da tristeza ver como una pais como el nuestro que es tan lindo, tiene este tipo de escenas tan cotidianas.. y cuantos niños de verdad han experimenrtado lo que tus nos cuentas aqui..
la guerra, la guerilla, la falta de indeferencia.. todo esto....
que triste...
y mas saber que es real,.. me pone mas triste..
bastanate reflexivo, real..
saludos....
Tify

Anónimo dijo...

solo lo escribe para relatar la demencia infinita de estos salvajes y como cada vez mas, en la que ya nada ni nadie esta a salvo de estos individuos.

Muchas gracias por la visita niñas